-
No
puedes aguantar más, ¿cierto? – rió Luna.
Ella
sonrió a modo de respuesta y se encaminó en dirección a la cocina, tomó la
bandeja que contenía lo que había preparado para él y salió de la casa. Era la
primera vez que recorría la propiedad de los Tremore hasta esas extensiones, no
había imaginado que la propiedad fuese tan grande y debía admitir que
recorrerla a solas y bajo semejante oscuridad resultaba algo atemorizante.
Suponía
que en momentos como esos era una ventaja tener un lugar tan grande, y también
era ventajoso el que los vecinos más cercanos estuviesen a kilómetros de
distancia, de esa manera nadie podría ni por casualidad descubrir lo que estaba
pasando allí.
Entró
en el almacén, se alegraba de que Ashlian no hubiese cerrado la puerta. Vio que
estaba acostado en la cama, ella caminó hasta él, ¿dormía?, no había hecho
ademan de moverse en ningún momento. Caminó hasta la pequeña mesa que habían
colocado en un rincón y colocó la bandeja sobre esta.
Se
acercó hasta la cama nuevamente y se puso en cuclillas. Su cara estaba a nivel
de la cara de Ashlian, éste mantenía los ojos cerrados pero ella intuía que
estaba despierto. Examinó su rostro, parecía estar relajado en ese momento,
¿había logrado descansar?
Realmente
le hubiese gustado quedarse a su lado todo el día pero sabía que no le iba a
ser posible dejarle descansar. Acercó su mano hasta su rostro con intención de
tocarle, pero se detuvo, no quería molestarle.
No
le gustaba en absoluto la situación, deseaba poder cambiar los acontecimientos
del día anterior, sin importar cuanto se repitiera que todo estaría bien, no podía
deshacerse de los miedos que las palabras de Eliam habían despertado en ella.
Todo lo que quería era la certeza de que el hombre frente a ella estaría bien.
Clavó
la mirada en sus labios y sin pararse a pensar en lo que hacía se inclinó hacia
él y le dio un breve beso. Se alejó y se llevó dos dedos a los labios, ¿se
molestaría él por lo que acababa de hacer?
-
Sabes
que estoy despierto ¿cierto? – dijo Ashlian sacándola de su ensoñación.
-
Lo
sé – admitió ella.
Ashlian
abrió lentamente los ojos y le sostuvo la mirada. Jade le sonrió.
Él
se incorporó en la cama y ella empezó a levantarse, pero antes de que pudiera
hacer nada Ashlian la había atraído hacia él. Jade cayó sobre su regazo y sorprendida
se dispuso a preguntar qué estaba haciendo pero fue rápidamente acallada por
los labios de Ashlian. Su mente quedó en blanco por un instante, le costó unos
cuantos segundos entender que Ashlian estaba besándola. ¿Cómo habían llegado a
eso? Por lo general era toda una hazaña lograr que él hiciera algo como eso.
Decidió
eliminar todo pensamiento y disfrutar del beso, ya analizaría después qué había
pasado.
Podía
sentir a su corazón tratando de salirse de su pecho y le satisfizo saber que el
de Ashlian estaba igual. Apretó su cuerpo contra el suyo y disfrutó de la
sensación que le produjo el que Ashlian acariciara una franja de piel que había
quedado al descubierto entre el bordadillo de su blusa y la cintura del
pantalón que llevaba. Sintió como él empezaba a deslizar una mano por debajo de
su blusa hacia su espalda y en ese momento todo a su alrededor desapareció,
¿realmente estaba pasando aquello?
-
¿Jade?
¡Oh, lo siento! – escuchó decía una voz, trayéndola de nuevo a la realidad.
Ashlian
se detuvo al instante y Jade prácticamente saltó de su regazo, girándose a
tiempo de ver a Shona darse la vuelta en el umbral de la puerta.
-
¿Qué
pasa, Shona? – preguntó casi sin aliento, su corazón aun amenazaba con
abandonar su caja torácica y respirar de pronto era más difícil que las
matemáticas.
-
Me
pidieron traerte tu teléfono móvil porque no paraba de sonar y ya que yo me
dirigía hacia mi casa… – explicó sin voltearse.
-
Gracias
– dijo en un hilo de voz.
-
Lo
dejaré por aquí – dijo agachándose para dejarlo en un rincón – tú puedes venir
a tomarlo cuando quieras.
Deseó
que se la tragara la tierra al percatarse de la leve risilla que escapó de los
labios de Shona antes de abandonar el lugar.
-
Yo…
bueno… eh… – balbuceó y se alejó en dirección a la mesa en que dejara la cena –
traje algo para que comas, imagino que has de estar hambriento.
-
Bien
– dijo sin emoción – déjame solo – pidió con brusquedad.
Ella se
giró hacia él sorprendida, no había esperado que se enojara con ella, después
de todo, en esa ocasión, él era mucho más culpable de lo que había pasado que
ella, aunque quizás solo estuviese avergonzado por que Shona los había
descubierto, reparó en que sus ojos estaban completamente negros y entonces lo
entendió, no eran solo sus habilidades lo que no podía controlar.
-
De
acuerdo – dijo ella – nos vemos mañana.
Se
encaminó hacia la puerta sin decir nada más. Ciertamente ella también
necesitaba alejarse de él para recuperar el control sobre sí misma. Tomó su
teléfono del lugar en que Shona lo había dejado y salió del almacén. Mientras
se encaminaba a la casa no pudo contener una sonrisa, le fascinaba la idea de
que su deseo por ella también estuviese descontrolado, pero no pensaba aprovecharse
de su debilidad, “Por lo menos no hoy” se
dijo.
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Haidelis Montero
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